Vamos lento porque vamos lejos.
En un hermoso domingo fresco y lluvioso, y estoy escribiendo el primer artículo de este blog.
Me emociona por varias razones, la más importante es que no tengo la más mínima idea de qué va a salir de este proyecto ¡y eso me entusiasma muchísimo!
La incertidumbre me genera cierta adrenalina. Tengo este espacio de libertad, en el que puedo escribir aunque seguramente durante un tiempo nadie me leerá. A su vez, ¡tengo tantas ideas que me dejo invadir por la ansiedad!
Lo que es seguro es que este es un sitio donde compartir historias y experiencias para bajar la velocidad.
Se trata de cocina. De una cocina slow, una cocina lenta que nos ayude a disfrutar más los instantes, desacelerar y vivir más plenamente.
Pero se trata también de un estilo de vida, de un modo de mirar y abrazar el mundo, de un ritmo pausado y constante.
Compartiré recetas, seguramente. Pero como en la vida las recetas casi nunca funcionan, o al menos no seguidas al pie de la letra, habrán más que nada experimentos y aventuras.
Cocinar es frenar, bajar la velocidad, crear y compartir. Y es simple.
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